miércoles, 29 de febrero de 2012

Palabras y destino

Esta historia en primera persona que, a continuación, podrá ser leída, no está relacionada con ningún acontecimiento de mi vida en la actualidad, así como tampoco está pensada bajo la influencia de la historia de algún conocido. En resumidas cuentas: esta historia ha sido creada en mi imaginación por acto de la inspiración, y de la que tal vez más de uno pueda sentirse identificado.
Siento de antemano el daño que pueda provocar en alguna persona si ésta se siente ofendida y/o aludida.


Querida mamá / amiga / compañera:

Me siento en la obligación de escribirte esta carta aunque bien sé que jamás llegarás a leerla. Ya no podrás levantar tu mano con la que me acariciabas de pequeña y me cogías para consolarme, cuidarme y protegerme. Ahora ya no estás aquí conmigo y me siento muy sola. ¡Cuántas veces te habré dicho que me dejaras sola, que pararas de repetirme las cosas una y otra vez, que no te preocuparas tanto; cuando lo hacías todo por mi bien!  ¡Cuan tonta fuí al decirtelo! 
Has estado a mi lado en todos los momentos: en la salud y en la enfermedad, para lo bueno y lo malo, has participado de mi alegría y también de mis enfados, has estado conmigo en todos los momentos importantes para mí y me has apoyado en la lucha hacia mis sueños. Me has defendido quedando en evidencia con la gente aún sabiendo que yo había obrado mal.  Has cuidado de mí y me has dado más de lo que se podría pedir como madre. Has sido mi ángel de la guarda, mi niñera, mi cocinera, mi asistenta, mi guía, mi amiga, mi psicóloga, mi profesora... y sin embargo has tenido como alumna un ser hostil y dependiente, de mal genio y testarudo. Y has tenido paciencia para soportarme. Gracias a tí hoy puedo ser esa persona que soy en la actualidad, y he podido llegar a tener mi trabajo y vida adulta estabilizada. La gente me dice que soy muy buena chica... ojalá pudiera llegar algún día a ser como eras tú. Porque mamá, no te lo dije nunca, pero te admiro. Cuando iba hacia mi habitacion después de una regañina, delante de tí me mostraba orgullosa y fuerte, para hacerte ver que no me importaba lo que decías; sin embargo cuando llegaba a mi habitación me ponía a llorar a solas y escondida, porque sabía que aquello tenía un fundamento y que si lo hacías era porque me querías, y querías lo mejor para mí.

Me doy pena a mi misma: escribo una carta sin destinatario solo para intentar desahogarme y sentirme bien conmigo misma. Escribiendo palabras que no podrán ser escuchadas, y que tuve que decírtelas en persona. ¡Qué cobarde fuí! ¡Qué feliz te habría hecho!
Me arrepiento de no habértelo dicho: mamá te quise, te quiero y te querré SIEMPRE.



Este relato a mí me da que pensar. Nos dedicamos a esforzarnos por tener una vida, estudiar para un trabajo, dedicarle la vida al trabajo para poder tener mejor calidad de vida... y así en las distintas épocas de nuestra vida vamos perdiendo el "sentido" de vivir. Nos esforzamos indivualmente por ser mejores en el mundo externo de los conocidos, y dejamos de valorar aquellas fuentes internas que nos apoyan y dan sentido a nuestras vidas. Los sentimientos son más importantes que las cosas materiales a las que nos queremos y tendemos a acercanos. Sus raíces son más solidas y antiguas, y llevan tanto tiempo en nuestro interior que acabamos extinguiéndolas e ignorando; hasta llegado el punto en que la tierra se ablanda y una raíz sale al exterior: nadie sabe lo que tiene hasta que al final lo pierde.
¿Por qué no somos capaces de expresar las cosas cuando estamos a tiempo? Podemos tomar un gran paso, alegrar el día de una persona, ser felices nosotros mismos.
No, somos tan orgullosos (no quiero generalizar con esto) que nos callamos, dejamos que el tiempo corra, como si él solo pusiera la solución y dijera lo que nosotros no nos atrevemos a decir...
Cuando por fin queremos decir algo es porque estamos en una situación de peligro (peligro: como situación límite, conflictiva o definitoria) y en la que nos vemos obligados a decirlo. Quizá cuando estamos dispuestos es demasiado tarde.





No hay comentarios:

Publicar un comentario